jueves, 18 de marzo de 2010

Caldo de pollo

Hace unas semanas, hice una sopa de pollo y verduras, del tipo que te ayuda a recuperar después de estar enfermo... o tener mucho estrés, o terminar una relación, o ver más nubes que sol. Una sopa así, cocida al fuego lento durante una tarde entera no sólo sabe bien, sino también recibe bastantes horas de calorcito suave para que salga la gelatina de los huesos del pollo (y del jamón que usé); esto deja las vitaminas en una forma muy accesible y ayuda el proceso de digestión.



Irónico es, entonces, que en un día en que me encuentro enfermita como hoy, sólo tenga mis memorias y fotos de mi sopita para nutrirme; me falta el pollo, las verduras y más que nada, la energía para hacerlo. ¡Espero que al contaros aquí la receta, me de un poco de su poder nutritivo!


El Equipo:

- la mitad de un pollo de corral, con huesos. (Si tienes menos que la mitad, pues pon menos. Si tienes más, pues, pon más).
- un poco de bacón, panceta o algo graso así.
- las verduras que te llamen la atención. Yo suelo elegir: dos cebollas, dos puerros, tres zanahorias, unos calabacitas, la mitad de la col que encuentro en la nevera...
- los aromáticos: unas hojas de laurel y perejil para echar al final.

Empieza por freír el bacón en un poco de aceite o mantequilla, dejando que salga su olor y su sabor e intentando no comerlo todo en el momento... También puedes freír las partes del pollo que tengan piel para conseguir una sopa con más actitud, un gusto más profundo, más crujiente. Pero si te apetece algo más suave, déjalo sin freír tanto.
Echa las verduras, cortadas en pedazos del tamaño que te haga feliz. Llena la olla de agua fría, bastante para más o menos cubrir la banda de verduras y pollo. Mete un huesito de jamón si tienes uno por ahí, y un chorrito de vinagre, esto hace que salga más calcio de los huesos y que sea más fácil de asimilar. Déjale que hierva, y quítale la capa de suciedad a media que vaya subiendo a la superficie; son impuridades que no queremos ingerir y amargarán el sabor del caldo. Ahora, déjale al fuego muy lento durante unas cuatro horas; escucha a las pocas burbujas que suben mientras que se va convirtiéndose en líquido calmante. O mejor aún: métete otra vez en la cama mientras el olor tan rico a pollo cocido al fuego lento llega a todas las esquinas de tu casa.

Está vez, yo pasé la batidora un poco para conseguir una textura más espesa, pero no hace falta si prefieres el rollo de caldo puro.

Y... para mis lectores aquí en Madrid... si mañana por casualidad te apetece hacer un caldo de pollo del tipo que ayuda a recuperarte después de estar enfermito, aquí tienes una persona lista y dispuesta a probarlo...

2 comentarios:

  1. qué buena pinta que tiene la sopita! qué mejores ya!!

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  2. Que parece riquísimo el caldo, yum yum yum! Tambien me gusta la sopa con unos fideos o garbanzos añadidos, especialmente para darme energía después de estar mala. Maybe it'll work for essay blues too :) Gracias por la receta!

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